TÉCNICAS DE RELAJACIÓN PARA LA ANSIEDAD
Describimos ansiedad como un sentimiento de inquietud, nerviosismo, preocupación, temor o pánico por lo que está a punto de ocurrir o puede ocurrir. Estamos ansiosos, vivimos ansiosos, pareciera que de pronto todos nosotros estamos esperando algo. No sabemos lo que es, no sabemos por qué estamos preocupados, ni siquiera podemos entender la razón para de un momento a otro perdemos el control sobre nosotros mismos.
Sudores repentinos, pensamientos catastrofistas, latidos fuertes del corazón, miedo, asfixia, ganas de llorar o gritar, descontrol total que pareciera nuestro fin. Y más en los últimos meses, donde nuestras rutinarias vidas se convirtieron en rutinario encierro. Ya era complicada la vida cuando todo parecía normal y ahora esa misma vida ha perdido el sentido, el futuro ha perdido el sentido y pareciera borroso, indefinido. Los sueños y las ilusiones que tal vez eran nuestra motivación para continuar, están en pausa.
Los casos de ansiedad se han multiplicado exponencialmente y resulta ilógico que tantas personas a nuestro alrededor hayan cambiado su química cerebral de un día para el otro.
Toda la situación externa nos ha hecho perder de vista nuestro poder interno, nos hemos olvidado del gran poder que todos como seres humanos tenemos sobre nuestra mente y nuestro cuerpo. Sentimos que es necesaria la ayuda externa para salir adelante y a diario aunque en menor medida persiste nuestra intranquilidad maquillada de “todo está bien”. Como si evadir fuera la solución.
A continuación describo algunas técnicas altamente efectivas para dirigirnos conscientemente a la “paz mental y emocional”.
Sabemos que escuchar: “Todo estará bien” no es suficiente, mientras no creamos en ello y es que no se trata de creer, sino de sentir que el simple hecho de estar vivos ya es un gran triunfo. Tenemos que reconectarnos con aquello que somos en esencia.
RESPIRAR
Todos lo hacemos de manera automática, pero incluso vivimos inconscientes de que por varios minutos o segundos, dejamos de hacerlo sin darnos cuenta. Y en el preciso momento en que el organismo percibe que no hay buena oxigenación, lanza la alarma y sentimos “nervios”. Como no nos hemos dado cuenta que ya llevábamos un pequeño momento sin respirar, jamás pensamos que esa es la razón de nuestra ansiedad.
Revisa si en este preciso momento estás respirando, puede ser que no y no lo sabías.
A partir de hoy, cada que descubras que “dejaste de respirar”, realiza 3 respiraciones profundas. Inhalando profundo, llenando a tope tus pulmones y exhalando muy pero muy despacio. Esto te relajará física y mentalmente y te hará más consciente de que debes respirar.
Por lo regular, durante todo el día y la noche, nuestras respiraciones con cortas y con poco aire, revísalo.
Descubrirás que no llenas ni la 4ª parte de tus pulmones al hacerlo. Justamente llenas sólo la parte superior de tus pulmones y nada más. Esta falta constante de oxígeno, multiplicada por todos tus años de vida, resulta en una falta grave de oxigenación sanguínea a escala celular que da pie no sólo a la ansiedad, sino a problemas emocionales, nerviosos e incluso en casos más importantes de falta de oxígeno en sangre y a problemas de tipo hormonal.
Poco a poco y si seguimos respirando “corto” y “rápido”, pudiera llegar a afectarse la producción de serotonina o endorfinas según el caso y con ello sentirnos tristes, deprimidos, estresados o impacientes, impulsivos, enojados. Al no respirar bien y al no exhalar completamente, provocamos que mucho del “aire sucio” que contiene nuestro cuerpo (anhídrido carbónico), permanezca en nuestro organismo intoxicando sangre y tejidos. Y una sangre mal oxigenada, nos llevará a cerebro mal oxigenado y a pensamientos negativos, miedos, angustias y preocupaciones sin sentido.
En momentos de ansiedad, respira profundo.
3 Respiraciones profundas y de forma lenta.
Pon la alarma de tu móvil y haz lo mismo cada mañana.
Pasa a cada día por la mañana y por la noche.
Ve aumentando las veces diarias en que te regalas el tiempo de “respirar”.
Llegará un día en que logres que todas tus respiraciones permanezcan como debe ser y tú vivas tranquilo.
RELAJARSE
La respiración nos relaja, pero relajarse voluntariamente es otra técnica contra la ansiedad también efectiva. Ahora se trata de relajar tu cuerpo, tus músculos, porque al igual que sucede con la respiración, hay momentos durante el día y la noche en que “tensas” una parte de tu cuerpo sin darte cuenta. Revisa tus pantorrillas, tu cuello, tu espalda o piernas. Esa parte de tu cuerpo ni siquiera te habías dado cuenta de que estaba tensa en esa mala posición. Estamos tan habituados al móvil, a la pantalla, a la televisión, que descuidamos nuestro cuerpo.
Estira tu espalda ahora, tu cuello, tus brazos. La mejor forma de relajarte, siempre será revisando cada zona de tu cuerpo, pero es un proceso no tan corto por supuesto. Podemos comenzar por revisar cierta zona de tu cuerpo al día, en cuanto lo recuerdes.
Para relajar la zona de la cabeza:
– Mueve tu cabeza de izquierda a derecha tres veces.
– Mueve tu cabeza de atrás para adelante tres veces.
– Estira tu cara. Que parezca que tus ojos se alargan, moviendo tus sienes hacia tus orejas, estirando tu frente estirando tus cejas, levantándolas.
– Cierra tus ojos y apriétalos, oprímelos con tus párpados y luego ábrelos lento.
– Muerde fuerte y luego abre tu mordida (con la boca cerrada ambos), luego relaja.
– Haz una especie de “canutillo” con tus labios (como si quisieras besar a alguien), mantenlos así 3 segundos y luego abre bien tu boca, como cuando acudes con el dentista, también por 3 segundos.
Para relajar la zona desde tu cuello y hasta la cintura:
– Dirige la cabeza hacia atrás como si quisieras mirar el techo, ténsalo y luego relájalo, lentamente dirige tu barbilla hacia tu pecho, tensa tu cuello y luego relaja. Repite tres veces.
– Sube los hombros hacia arriba, siente la tensión y relájalos.
– Cierra los puños de tus dos manos, como si apretaras monedas, ténsalas y relájalas.
– Dobla los codos, ténsalos y relájalos.
– Estira tus brazos hacia el suelo, ténsalos y relájalos.
Para relajar la zona desde tu cadera y hasta tus pies:
– Aprieta los músculos del estómago, mete tu estómago, ténsalo y relájalo.
– Aprieta tus glúteos y cadera, ténsalos y relájalos.
– Sentado, dobla tus pies en punta hacia el suelo, ténsalos y relájalos.
Luego de esto, los 3 ejercicios o sólo uno, quédate quieto unos segundos y continúa tus actividades.
MEDITAR
Si nunca has meditado, será normal que tan sólo puedas permaneces quieto unos cuantos segundos y será normal. Con la práctica constante irás logrando de minuto a minuto más y más tiempo, así que no te pongas ansioso por esto.
Siéntate cómodamente, cierra tus ojos e intenta imaginas que estás en una habitación sin puertas ni ventanas pintada de color blanco. Imagina que hay una luz blanca que llena por completo la habitación y te inunda de luz blanca. Imagina que con cada respiración, esa luz blanca te llena a ti.
Quizá te cueste imaginar tu cuerpo lleno de luz blanca, imagina que tu cuerpo es como una vasija, un florero liso con apenas una pequeña abertura al frente o arriba. Cada que respiras, entra luz por esa abertura y cada que exhalas, visualiza como sale de ti luz de cualquier color que desees. Puede ser negro, gris, el color que para ti represente la ansiedad. Enfócate en eso, en respirar y seguir respirando.
Intenta buscar para meditar, un lugar tranquilo. Intenta que nada ni nadie te interrumpa.
El objetivo es que ese tiempo contigo, dejes de preocuparte, dejes de pensar, dejes de recordar. Tan sólo respira. Imagina que respiras luz blanca y exhalas luz del color que elegiste. Llegarás a un punto, al cabo de semanas o meses, en que con sólo cerrar los ojos y respirar, te relajes quizá horas. Serán tus vacaciones temporales en un día de ansiedad.
Y pareciera mentira pero meditar regula tu presión arterial, normaliza los latidos de tu corazón, acelera tu metabolismo, mejora tu circulación sanguínea, mejora tu calidad de sueño nocturno y por supuesto, regula tu sistema nervioso y tus procesos químicos, así que inténtalo aunque sólo medites 5 segundos al comienzo. Mañana fácilmente será media hora y luego un par de horas, disfrútalo.
VISUALIZAR
Podemos decir que visualizar puede ir de la mano con meditar. Visualizar es tan sólo ver con tu mente aquello que quiera venir a ti. Si nunca has visualizado, cierra tus ojos en este instante, ve con mente, observa con tu mente cómo es tu habitación, su color, la cama, los muebles además de la cama, ¿qué hay en las paredes?, ¿cómo es el suelo?, ¿hay ventana?, ¿cómo es?
Ve tu habitación con tu mente. Si estás en tu habitación, visualiza tu cocina. No estás en tu cocina pero puedes verla con tu mente. Su color, los muebles, el suelo. Eso es visualizar y por ahora yo te he dicho qué visualizar.
Pero con el paso de los días, vendrán hasta ti escenarios, objetos, personas o situaciones que son nuevas para ti. No serán recuerdos. Serán visualizaciones que pudieran venir de tu subconsciente e incluso de otros planos, frecuencias o dimensiones, ¿quién lo sabe con seguridad?
No es fantasía, no es imaginación. Es como ver la escena de una película especial sólo para ti. Tu mente está tranquila, estás respirando, y la imagen se presenta con perfecto detalle en tu mente. Puedes comenzar viendo sombras o siluetas o quizá desde el primer intento veas un bosque frondoso y colorido.
Las visualizaciones apenas durarán un par de minutos pero para ti habrán sido horas. Será tu mente relajada y en paz, la que permitirá que visualices aquello que te llene de paz y fuerza. Con el paso de los días, podrás perfeccionar tu técnica de visualización, logrando, con sólo respirar y cerrar los ojos, relajarte y visualizar aquello que tu mente tenga para ti, en paz.